Intercolunio

Encamino a vos

Al ver la inmensidad de este mar que me rodea me apronto a preparar mi equipo de buceo. Siempre el bucear ha sido mi válvula de escape y el único lugar en donde me puedo reencontrar con sus ojitos dormilones.

Perdiéndome en la profundidad entre aleteo y aleteo logro llegar hasta el fondo bravío en donde observo como los rayos de luz lacerantes cortan las olas.

El silencio me avisa de su presencia, el muy bien sabe que ella vive bajo las olas. Habita entre la frondosidad de un bosque de algas caducifolias. A lo lejos logro reconocerla tan bella con su cabellera de algas negras rodeada de unos peces marrones.

"- ¿Pero que luz es la que se asoma por allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que esta pálida y ojerosa porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro. Por eso se viste de amarillo color. ¡Qué necio el que se adorne con sus galas marchitas! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece! ¿Cómo podría yo decirle que es la señora de mi alma? Nada me dijo. Pero ¿qué importa? Sus ojos hablarán, y yo responderé. ¡Pero que sufrimiento es el mió, si no me dijo nada! Los dos más hermosos luminares del cielo le suplican que le sustituya durante su ausencia. Si sus ojos resplandecieran como astros en el cielo, bastaría su luz para ahogar los restantes como el brillo de sol mata el de una antorcha. ¡Tal torrente de luz brotaría de sus ojos, que haría despertar a las aves a medianoche, y entonar su canción como si hubiese venido la aurora! Ahora pone la mano en la mejilla. ¿Quién pudiera tocarla como el guante que la cubre?

- ¡Ay de mí!

- ¡Habló! Vuelvo a sentir su voz. ¡Ángel de amores que en medio de la profundidad te me apareces, cual nuncio de los cielos a la atónita vista de los mortales, que deslumbrados le miran traspasar con vuelo rapidísimo las esferas, y mecerse en las alas de las nubes!

- ¿Cómo has llegado hasta aquí y para qué? Las paredes de esta huerta son altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte.

- Las paredes salte con las alas que me dio el amor, ante quien no resisten ni los muros de la roca."


La falta de oxigeno me presiona para que vuelva a la superficie, pero se que puedo agotar hasta el último aliento para no separarme de Malva Marina.

"- ¿Y quién te guió aquí?

- El amor que me dijo donde vivías. De el me aconseje, el guió mis ojos que yo le había entregado. Sin ser piloto, te juro que navegaría hasta la playa más remota de los mares por conquistar joya tan preciada.

- Si el manto de la profundidad no me cubriera, el rubor de virgen subiría a mis mejillas recordando las palabras que esta noche no me has oído. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas… ¡Resistencias vanas! ¿Me amas? sé que me dirás que sí, y que yo lo creeré. Y sin embargo podrías faltar a tu juramento, porque dicen que Júpiter se ríe de los perjurios de los amantes. Si me amas de veras, dilo con sinceridad; o si me tienes por fácil y rendida al primer ruego, dímelo también, para que me ponga esquiva e indiferente, así tengas que rogarme. Mucho te quiero, mucho, y no me tengas por liviana, antes he de ser más firme y constante que aquellas que parecen desdeñosas porque son astutas. Te confesare que mas disimulo hubiera guardado contigo, si no me hubieras oído aquellas palabras que, sin pensarlo yo, te revelaron todo el ardor de mi corazón. Perdóname, y no juzgues ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha hecho.

- Jurote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa de estos árboles…

- No jures por la luna, que en su rápido movimiento cambia de aspecto cada mes. No vayas a imitar su inconsistencia.

- ¿Pues por quien juraré?

- No hagas ningún juramento. Si quieres, jura por ti mismo, por tu graciosa persona, que es el dios que adoro, y te creeré. "

Al mirarme fijamente a los ojos descubre que ya no solo es el intercolunio de las pilastras de algas marinas que nos separa, si no que tengo que dejarla para volver a la superficie.

"- No jures. Aunque me llene de alegría el verte, no quiero esta vez oír tales promesas que parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora: quizá cuando vuelvas haya llegado a abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta flor. ¡Adiós, y ojala aliente tu pecho en tal dulce calma como el mío!

- ¿Y no me das mas consuelo que éste?

- ¿Y qué otro puedo darte?

- Tu juramento por el mió.

- Te lo di antes que tú me pidieras, y aun quisiera dártelo otra vez.

- ¿Pues qué? ¿Otra vez quisieras quitármelo?

- SI, para dártelo otra vez, aunque esto fuera codicia de lo bien que tengo ya. Pero mi afán de dárselo todo es tan profundo y tan sin limites como el mar. ¡Cuándo más te doy, tanto más me queda!... "

Al dejarla en la profundidad de las olas vuelo lentamente en una descompresión sintiendo como me retiene con su opera.
Citas de textos de William Shekespeare


Powered by Castpost