A través de un espejo.

Imagen:Pintora: Paz Alvial
Dormitorio Rojo

El espejo en mi habitación es una ventana hacia tu cuarto, cada noche observo el ritual de tu desnudes voluptuosa, inmaculada y virginal como las olas que se forman entre las sabanas y la concavidad de tus pechos celestiales.

A través del frió cristal te observo desde la lejanía y reconozco cada objeto que adorna tu dormitorio en suaves tonos rojos pareces una rosa entre la maleza brava.

Entre un cúmulo de tierra naciste tú,
lambrida entre malezas, con un halo a rosas,
petulante entre pétalos, majestuosa entre espinas,
escarabajos, lombrices y culebras.

Entre un cúmulo de tierra naciste tu,
entre un cúmulo de tierra nací yo;
roble seco, socavado por el viento,
carcomido por los recuerdos…

Siento como tu voz adorna los espacios, se apropia del silencio, y descubro que los pocos sitios vacíos de tu cuarto están completamente habitados con mi voz. Antes de recostarte enciendes el ventilador para apaciguar el calor agobiante en tus noches de verano, sus aspas retumban como las turbinas del avión que espera traerte al otro lado del espejo. Trato de tocar la extensión de tu existencia, pero mis manos chocan con este cristal opaco.

Serena como las noches en que no se siente el aullido de los perros te extiendes en la cama, desnuda con tu piel morena de cochayuyo revuelto bajo las olas de mis costas. Y esa cabellera indómita que se aferra a tu cuello, la misma que un día prometió treparse como hiedra por mis piernas hasta llegar robusta de haber bebido tanto de mi y mi boca es la que adorna tu colosal desnudes frente a mis ojos. Al verte ahí se que quiero amanecer contigo, no solo una noche sino lo que resta de mi existencia porque el amor es así calculador y ambicioso. No me basta solo con saber que existes al otro lado de mi espejo también necesito de tus besos.

Antes de apagar la luz me buscas, sabes que estoy ahí tan cerca de tu boca, pero aun así tan lejos. Sabes muy bien que cada noche observo el ritual de tu desnudes voluptuosa, inmaculada y virginal como las olas que se forman entra las sabanas y la concavidad de tus pechos celestiales.

“Yo no sabia que no tenerte podía ser dulce como alúmbrate para que vengas, aunque no vengas, y no haya sino tu ausencia tan dura como el golpe que me di en la cara pensando en vos.”

Por esta noche apago la luz y dejo que duernas tranquila que ya tendremos noches para estar despiertos.