sábado, octubre 28, 2006

Fatamorgana de amor


Paulo, Andrés y Malva Marina.

Esto de disociarme no es nuevo en mí más bien es una mala costumbre que me ha dado buenos resultados. Todo esto comenzó cuando aun era muy pequeño descubrí que es muy difícil mantener el equilibrio entre Andrés y Paulo.

Andrés es navegante de océanos lingüísticos, buzo profesional en las profundidades de un beso, calculista de las mareas, erudito de las direcciones del viento, cartógrafo de las líneas de una mano, ornitólogo de parques, charlatán en la cocina, traficante de poemas, cleptómano de caricias, artesano en conchas marinas, coleccionista de hojas secas y embajador de ninguna parte. Paulo es el antagonista, temeroso de las reuniones, esquivo de las multitudes, escrupuloso hasta de sus propios flujos, sonámbulo día y noche, alérgico al polvo y mas ingeniero que ingenioso.

Este último tiempo que he estado desconectado del blog firme nuevamente una tregua. Necesitaba poner a trabajar juntas a estas dos personas tan dispares. Paulo inicio una empresa, pero lamentablemente no puede comenzar esta cruzada sin la simpleza de su antagonista, aunque en las obras civiles no hay cabida para un poema se necesita de la poesía en las estructuras, encontrar la armonía entre tanto cálculo matemático y diseños de ingeniería. Pero Andrés nunca anda solo siempre lo acompaña Malva Marina.

Andrés conoció a Malva Marina navegando en un mar bravío. Entre la espesura foresta la descubrió adornando con su sonrisa las calles de su islita caribeña. Hace ya tantos años que están cerca sin estarlo, hace ya tantos años cada uno ha descubierto el amor de distintas formas.

Te descubrí navegando en la profundidad de tus ojos jacintos,
venias montada en un celaje de rocío
sonriendo las más bellas flores.

Te descubrí en el otoño de boques caducifolios.
Entre raulí y coihues.
Te descubrí con tus cabelleras de largas ramas secas,
mientras que de tu boca se lucen esplendorosos
como enredaderas dos obsequiosos copihues de mi tierra.

Te descubrí siendo viento, brincando de copa en copa.
Te descubrí enamorándome,
como se enamora el zorzal en primavera.

Cuando la vio acercarse le dio la impresión que su silueta era etérea. Nunca había visto una mujer con dos ojos tan profundos, revolaba su cabeza como un picaflor de la puna, rauda y frágil con sus dos alitas de niña huérfana. Su voz armoniosa de flores secas controla las mareas, cada vez que el la llama Malva Marina el mar se desborda.
Desde ese momento supo que se había enamorado. Andrés sabe el momento exacto en que se enamoro, aunque muchos digan que esto es un proceso él descubrió al oír su voz que era la mujer con la cual iba a compartir su vida. Pero las distancias ganan y esta vez ambos decidieron buscar otros rumbos. Malva antes de partir sollozamente le dijo: amor búscate una chilena que te haga reír, que cocine rico, que te ame tanto y tanto que te haga olvidarme. Ahora Andrés anda en búsqueda de otros derroteros mientas que Paulo sabe muy bien que tarde o temprano volverán ha encontrarse, porque así ha sido siempre, porque así son los amores predestinados.

Comienzo…