jueves, diciembre 22, 2005

La desconocida

Gabriel García Márquez en su libro Doce Cuentos Peregrinos, hace mención de la vez que se enamoro de una desconocida. Sin saber ni siquiera su nombre la amo por unos instantes. Fue uno de esos amores fugaces que todos en más de una vez hemos vivido.


“ Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos almendras verdes, y tenia el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de las bugambilias. >, pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacia la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de Paris. Fue una aparición sobrenatural que existió solo un instante y desapareció en la muchedumbre del vestíbulo.”

Estaba el la típica fila de un banco, esperando que me atendieran. Cuando la veo pasar frente a mis ojos. Blanca, casi traslucida, con la curvatura de su boca como una manzana. Andaba con un traje de dos piezas y un par de botas negras que eran la extensión más perfecta de sus contorneadas piernas. Su caminar de gacela sobre el agua hizo llamar la atención de los demás clientes. Estaba ubicada en la fila exactamente a 5 personas de mis más extrañas intenciones. En ese justo momento di las gracias por la interminable fila, tenia el tiempo de sobra para contemplar su desconocida belleza. Para mi era un espectáculo verla ahí junto a mi, compartiendo la misma fila y haciendo mas grata la espera. A medida que avanzábamos y gracias al zigzaguear de la fila la desconocida la tenía enfrente. Pude ver sus grandes ojos de pantera, su piel blanca como las azucenas al alba. Inhale profundamente y pude bañarme con su aroma, usaba un perfume cítrico que expelía su cuerpo, y como enredaderas me trepaba su fresca fragancia.

La desconocida no mostraba ni el más mínimo interés por mí, pero yo la observaba de soslayo, y me vino como un relámpago a la memoria los ancianos burgueses de Kyoto que pagan sumas enormes para pasar la noche contemplando a las muchachas mas bellas de la ciudad, desnudas y narcotizadas, mientras ellos agonizaban de amor en la misma cama, sin poder tocarlas ni despertarlas. Yo solo quería verla, no esperaba nada mas de ella, quería solo para mí ese amor fugaz que sentía por esa extraña, y desear clandestinamente su boca. Ahora entiendo muy bien a mi amiga Nathalia cuando me habla de los amores fugaces, esos de miradas perdidas por la calle. De encontrar a una persona completamente desconocida y tener por unos instantes una de tantas relaciones inocentes, esas que solo se concretan en nuestras mentes, pero hacen sentir tan bien.

Quien no ha tenido una relación fugaz alguna vez en su vida. Siendo que muchas veces tenemos a alguien que nos acompaña en el batallar cotidiano de nuestra existencia, pero esas miradas perdidas nos mantienen vivos y lejos de la monotonía. Cuando tenia a la desconocida a mi lado, casi rozando nuestras manos por la incomodidad de la fila. Me acorde de Malva Marina, sabia que no estaba engañándola, al contrario, esa completa desconocida me hacia recordarla. Me hizo sentir vivo, y por unos instantes sentí que Malva Marina también lo estaba.

Mientras me atendía el cajero y hacia la transacción, me di la libertad de mirar para atrás, quería saber ahora la ubicación de mi fugaz amada. Era la siguiente que esperaba su turno, así que me apresure y con un gesto de aprobación le dije al cajero que ya estaba todo en orden, antes de irme del banco quería verla en su esplendor. Al terminar, y el cajero dar el aviso de que le tocaba al siguiente, sabia perfectamente que era ella, así que guardo todos mis papeles y giro, esos escasos centímetros que nos separaban, era lo único que nos unía. Paso por su lado casi rozándola y en silencio le doy las gracias por hacer la espera mas grata, justo el día en que el banco estaba atochado de gente.

Mi gran amiga Nathalia tenía razón cuando me envió este tema. Me dijo ¡Paulo escúchalo!, habla sobre los amores fugaces. Bueno se los dejo a ustedes, espero que les guste tanto como me ha gustado a mí.



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lunes, diciembre 12, 2005

La navidad y mis sueños


Hoy le escribí una carta a Malva Marina. El correo tradicional es uno de los medio de comunicación que utilizamos, rara vez nos comunicamos por Messenger, por problemas de tiempo o diferencias horarias. Sacando la cuenta, la carta que le envié por correo le llegara muy próxima a la navidad, se demora dos semanas exactas en llegar desde mi país hasta su islita caribeña. Me duele pensar que esta navidad no estaremos juntos, pero eso solo será físicamente porque Malva vive en mi y en cada respiro.

La navidad es un tema que consta de muchas aristas. Por un lado esta la magia, la ilusión y los sueños, por otro lado esta el consumismo y lo peor de lo nuestro. Considero que se ha ido perdiendo toda esa magia que tenía, no se si será porque ahora soy un adulto o los tiempos han ido materializando esta fiesta, recuerdo que antes el regalo no era lo más importante, sino que importaba más el pasarlo en familia. Ahora casi nadie tiene tiempo para compartir, pero si se dan el tiempo necesario para ir de compras y hacer un regalo.

La navidad pasada Malva y yo también estuvimos lejos, pero a las 12 justa estaba conectado al Messenger para hablar con ella un momento y leer el correo que minutos antes me había enviado, cuando lo leí me dio mucha nostalgia. Mientras leía emocionado sus líneas puse un tema que canta Fito Páez, el cual la identifica muy bien, ese simple detalle me traslado por unos instantes mágicamente hasta su isla, cerré mis ojos y la bese suavemente como a ella tanto le gusta.


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Esta fecha se presta para sentimentalismos y andar más sensibles, como que todos volvemos a ser niños, todos sabemos perfectamente que el viejo pascuero no existe, pero siempre queda la ilusión de que algo mágico nos suceda, que se nos cumplan los deseos. Yo no soy la excepción y esta navidad tengo muy claro mi deseo, aun tengo la misma ilusión de cuando era un niño y si en alguna parte de este mundo, esta ese viejo vestido de rojo, ese mismo viejo que hace realidad los deseos nobles, cumpla el mió y no es mucho pedir.

Esta navidad nuevamente estaré conectado al Messenger a las 12 justa, para leer su hermoso correo, en una de esas tengo la fortuna de encontrarla conectada, quien sabe, seria un muy buen regalo y lo único que pido por esa noche.

Todos tenemos nuestros sueños y yo tengo muy claro el mió, pero cual seria tu regalo ideal para esta navidad.

El compromiso que expongo en este post, es uno de muchos que me he comprometido a cumplir al pie de la letra, este es mi más humilde regalo a mi Malva Marina, mi morenita caribeña. Es el arma más incisiva a la distancia.

Me comprometo;
a construir sueños juntos,
a despertar cada mañana enredado en tus cabellos,
a formar una familia y tener uno o mas hijos traviesos,
a tener una mascota que desordene el patio,
a ser tú amante eterno,
a estar despierto cuando no tengas sueño,
a abrigarte cuando tengas frió,
a iluminar las noches cuando duermes,
a ser la mano que buscas cuando tienes miedo.

Me comprometo;
a ser tu compañero,
a ser cómplice de tus inusuales deseos,
a lubricar tus poros cuando están secos,
a saciar tu boca con mis besos.

Mujer si esto no basta;
me comprometo a envejecer juntos
contemplando los atardeceres de parajes desiertos.

Me comprometo;
a construir un hogar junto
que lo puedas recorrer como lo hace el viento,
a cargarte en brazos cuando tengamos
que caminar hasta muy lejos.

Malva Marina amada mía, si esto no basta;
me comprometo a detener el tiempo
si no quieres envejecer luego,
a hacer el amor libre como lo hacen dos aves en pleno vuelo,
a llorar contigo cuando quieras hacerlo,
a bañarnos juntos en las noches de invierno.

Me comprometo;
a ser tú marido,
a llenar el vació que guardas en tus pechos,
a vivir esta vida con gracias,
a que seas libre como te gusta serlo.

domingo, diciembre 04, 2005

La niña olvidada

Cuando hice este blog, lo hice con la intención de escribirle a Malva Marina. Mi idea era hacer una bitácora de mi existencia lejos de ella. Malva siempre esta al pendiente de este blog, eso si nunca ha hecho un comentario, porque ella prefiere vivir en la clandestinidad de mis versos.

Este post no va dedicado como siempre a Malva Marina la mujer cual yo amo, sino que este post, es para la verdadera Malva Marina. Una niña que nació en silencio, que vivió lejos de las caracolas y que en su corta existencia fue privada de muchos versos. Hace un tiempo escribí en forma de regalo una novela corta a Marie mi amor, creo que es una historia buena. Habla de los miedos de dos jóvenes y el amor enfermizo y sobre protector de sus familias, pero algo le faltaba a sus líneas, así que le propuse que escribiéramos juntos, que mezcláramos nuestra historia con la de los personajes. En un principio el nombre de la protagonista era otro, así que Marie me dijo ¡Paulo por favor cámbiale el nombre, en vez de Carmen que se llame Malva Marina! Hay descubrí a esa niña misteriosa, aunque sabia quien era. Nunca me había dado el tiempo de investigar sobre ella. No hay muchos antecedentes en Internet, comencé una investigación y me fui interiorizando sobre su vida. Desde ese mismo instante, Marie adopto su nombre, desde ese mismo instante, yo me comprometí a escribirle todos los versos que aun le deben. Ahora ella es la mujer a quien le escribo, ya no es solo la niña que se durmió recién a los 8 años de vida, sino que desde el momento que murió, ella renace y llega a ser una adolescente, una mujer hermosa. He tratado de darle vida y ella ha sabido reencarnarse en Marie. Son una sola.


Malva Marina vino al mundo en Madrid, el 19 de agosto de 1934. Era una tarde calurosa. Su madre Maria Antonieta la esperaba impaciente mientas la obstetra limpiaba a la pequeña. Cuando la acogió en sus brazos se dio cuenta que la niña tenia problemas. Su padre al verla, no lograba entender como su hija había nacido con esa malformación. Siempre fue muy frágil; tenía hidrocefalia.

Los médicos nunca se imaginaron que lograría sobrevivir más allá de los primeros días de vida, pero la pequeña tenía fuerzas, se aferraba a la vida de una forma impresionante. Su padre las abandono cuando tenia apenas dos años de vida, al poco tiempo lo hizo también Maria Antonieta, no podía mantener a su hija siendo que no tenia dinero suficiente ni para vivir ella. La acogió una familia que la cuido y la crió con cariño. Malva Marina nunca pudo hablar y tampoco caminar, porque también tenia problemas motrices y de aprendizajes. Pero su corta existencia fue feliz, ella en su inconciencia vivía entre las estrellas y olas de plata.

Malva Marina murió finalmente a los ocho años de edad, el 2 de marzo de 1943.
Su madre murió al tiempo después, su padre nunca mas volvió ha hablar de ella.











Pablo Neruda siempre oculto que entre las olas yacía su hija muerta. Nunca le escribió un poema, ni tampoco le canto una canción de cuna. Solo un atisbo he encontrado en su poesía haciendo alusión a la niña. En su obra “Oda a un lamento”, escribió:

"Oh niña entre las rosas, oh presión de palomas,
oh presidio de peces y rosales,
tu alma es una botella llena de sal sedienta
y una campana llena de uvas es tu piel". (...) "...hay el agua que cae en mi cabeza,
mientras crece mi pelo,
un agua como el tiempo,
un agua negra
desencadenada..."

Federico García Lorca fue el único que en esos años le escribió a Malva Marina.

¡Malva Marina, quién pudiera verte
delfín de amor sobre las viejas olas,
cuando el vals de tu América destila
veneno y sangre de mortal paloma
!Niñita de Madrid, Malva Marina,
no quiero darte flor ni caracola;
ramo de sal y amor, celeste lumbre,
pongo pensando en ti sobre tu boca.

Yo le he dedicado parte de mi vida, Marie le entrego la suya, de esta forma hemos hecho justicia, de esta forma pretendo revivir a la niña olvidada, la pequeñita de gota de agua, que su madre la enterró en Gauda, Holanda y en su lapida solo dice:
“Aquí yacen los restos de mi pequeña Malva Marina”.

Malva marina de ojos profundos,
cabellos negros,
de ochos noches que te lloran callada.
No pudiste ser doncella,
sin florecer de la tierra entre flores blancas.

Despertaste siendo una niña,
te aferraste a un mar de agua salada,
Cada ola retumba tu nombre,
cada verso guarda tu llanto,
sin que su padre pueda amarla.

¡Hay niña Malva Marina! tu única compañía
son dos macetas a cada costado de tu cama.
Paulo Andrés Delgado.