martes, noviembre 29, 2005

A 16 horas de vuelo y de mi boca.

Nota del autor: En un principio este no era el post que tenía destinado para publicar en el blog. Esta semana ha sido un caos para mí. Como dice ella estoy liado.
Tenía razón Neruda cuando escribió que cansa ser hombre. Particularmente hoy estoy cansado, no puedo ser la persona fuerte como me han enseñado. En más una vez me han dicho que los hombres no lloran, hoy comprobé que eso no es cierto.
Cuando acepte que no podía escribir después de dos días de intentos fallidos el post que estaba destinado, lo tuve que dejar a media. Descubrí que realmente no podía, que la distancia es dura y hace daño.Leyendo el blog de Turrexita. Que siempre me deja pensando más allá de sus palabras. Me gusta la sutileza de sus textos, la valentía y pasión de sus letras, el amor desmedido hacia su novio. Ella me dio el valor para escribir este post. Más que una ventana abierta a mí intimad, es un grito en el silencio.
Hoy desperté extrañándote, por que no estabas a mi lado, no te tenía cerca, estabas exactamente a 16 horas de vuelo de mi cama y lo que es peor, de mi boca. Me desesperaba esta sensación de no tenerte, de sentirte tan lejana, quizás la distancia te podría llevar a los brazos de otra persona, otro podría ser el que te acaricie de una forma protectora como lo hace una madre con su hijo.

La única forma de tenerte por unos instantes amada mía, era a través de una llamada telefónica, así que me anime y busque mi teléfono móvil, empecé a digitar tus números, sabia que al otro lado estabas tu, probablemente aun acostada en la cama, durmiendo sobre las sabanas con tu pelo suelto y tus dos piernas bien torneadas, estabas ahí desnuda como lo esta una roca sobre la arena en la playa, dura, sólida y caliente.

El teléfono suena, te demoras en contestar, porque ese ruido del rin de tu celular es lo que te trae de vuelta a la vida. Un ¡alo!, siento del otro lado del auricular, ¡tu sabias perfectamente que era yo quien llamaba ¿quien mas te llamaría a esta hora?

¡Hola como estas amada mía! Te digo con tono suave desde este lado. Te quedas en silencio, se que te duele sentir mi voz, te duele acordarte de mi, porque te recuerda que estas sola.

Si supieras lo que te he extrañado a ti y a tus besos, tus caderas que siempre las veía correr por la casa desnudas como una niña.

Tú sorprendida de oír mi voz no me respondes ni tampoco espero una respuesta, era yo el que quería hablar, necesitaba que me escucharas, que sintieras como mis palabras, desde la lejanía te acariciaban.

Te dije muy seriamente que tenia ganas de hacer el amor contigo, de hacerlo como muchas veces lo habíamos hecho antes, que en una madrugada cálida como esta necesitaba sentirte entre mis brazos, prisionera de mis más oscuros deseos. Tu solo escuchabas, y estaba seguro que también lo deseabas.

En un intento desesperado comienzo mi relato. Me traslado imaginariamente hasta tu dormitorio y te observo desnuda sobre la cama, estas impaciente, necesitas que te toque, que mis manos te recorran. Me siento un niño que nunca había visto un cuerpo desnudo, me sentí virgen frente a tu imponente desnudes. Mis manos te recorren como muchas veces lo ha hecho una ola, sin dejar ni un espacio que no haya descubierto, era uno de tantos exploradores que vinieron a descubrir América, tu cuerpo desnudo eran hectáreas de tierras no descubiertas y eso que muchas veces antes, mis traviesos dedos te habían recorrido haciendo soberanía de tus partes mas intimas.

Estas recostada sobre la cama amada mía, completamente desnuda, yo me recuesto a tu lado, no dejo de observar tu desnudes, me impresiona ver ese cuerpo de mujer, tus pechos son como un mascaron de proa, siempre miran de frente, tu cuello largo y elegante con dos lunares que se lucen como si fueran un collar de perlas negras, tu ombligo es un orificio interminable. Con las yemas de mis dedos casi rozando tu cuerpo lo recorro desde tu cuello hasta el ombligo. No se porque me encanta tanto ese orificio, lo miro y lo encuentro maternal, mientras lo acaricio sin tocarte pienso que algún día serás madre, que ese orificio será el centro gravital de tu hermosa barriga. Sigo bajando mis dedos hasta llegar a tus rizados cabellos, me gustan, son suaves como lo es el musgo en la roca, ya no uso solo mis dedos, también la palma de mi mano y comienzo a hacer un movimiento circular en tu entrepierna, eso te excita, te prepara, es mi precalentamiento. Siento el calor, la humedad en tu interior, tu recostada entregada a mi como si yo fuera un medico. Me facilitas el trabajo al abrir las piernas, eso me indica que te gusta, que quieres ser parte de mis deseos. Introduzco mis dedos en tu parte interior uno tras otro con delicadeza pendiente de no ser brusco ni hacerte daño. Adentro la temperatura es otra y la humedad es aun mayor de lo que pensaba. Los dedos los muevo y los giro tocando las paredes interiores de tu cuerpo, esto te descontrola, lo encuentras morbosamente encantador, como si fuera una caricia, mis dedos comienzan a bañase como si los mojara con una fruta, jugosa, fragante, suave con una textura como la seda. Te comienzas a mover con el ritmo de mi mano, mis dedos son los que te guían como si fuera un baile. Mientras mis manos acarician tu cuerpo me aproximo a tu oído y te canto un tema de Menphis la blusera. No dejo de rozar mi cuerpo con el tuyo.


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De regreso en mi habitación y mi realidad, observo la luz, esta encendida y recuerdo el cuento de Gabriel García Márquez “La luz es como el agua”. Me doy cuenta que mi cuarto se inunda de luz, que los muebles flotan como lo hacen en el agua, yo estoy en mi cama navego a la deriva en mi propio cuarto. La luz sale como un chorro de las lámparas y baja en cascadas por las paredes, de las bombillas cae agua en forma de goteras, emitiendo un ruido muy similar al de las olas. Tengo miedo de ahogarme en la soledad de mí propio cuarto. Mientras que tú como un faro estas al otro lado del teléfono exactamente a 16 horas de vuelo y de mi boca.

Me siento en el borde de la cama, tú te sientas sobre mis piernas y cruzas los pies por atrás de mi espalda. Te aferro fuertemente a mi cuerpo. Estamos unidos no solo por los sentimientos, ahora nos unimos físicamente, no me muevo y tú tampoco lo haces, quieres estar en calma, sentir que estoy contigo, que la magia de la naturaleza nos permite acoplarnos de esta forma tan perfecta. Te susurro al oído que te muevas lento, que sea con delicadeza, tu calor interior siento que me quema. Comenzamos un viaje juntos y despegamos desde una pista lejana e improvisada. Entro tanto en tu cuerpo que ya no se si estoy en tu cama o estoy desdoblado dentro de tu alma. Al verte subir y bajar frente a mi cara con los ojos cerrados y tu cabellera suelta. Se perfectamente que te gusta sentirme así de amada. Tratamos de no perder nunca la calma. Tus susurros al oído me recuerdan a las gaviotas que vuelan al atardecer por la playa. Nuestro vuelo eterno nos traslada hasta una pradera, donde la recorremos desnudos sobre hectáreas de girasoles esparcidos sobre el suelo. Abro mis brazos al viento y vuelo sobre estas plantaciones. Siento que me llamas, giro y te veo danzando entre mariposas, tú también me miras y haces ese gesto característico con la boca. Entre tu danza con sedas de mariposas, me dices, con voz suave de pétalos de rosas, que me amas.

Te tomo de las manos fuerte, ya estoy por terminar mi vuelo, tus paredes se estrechan, son como una trampa, también vienes de vuelta, estas lista igual que yo para terminar en un abrazo. Apoyas mis manos en tu espalda. El orgasmo te deja tendida, moribunda. Te despojo de la vida, estas muy pálida como si a tu cuerpo le faltara el alma. Pero aun así como el orgasmo se asemeja a la muerte no pudo despojarte de tu belleza.
Al imaginarte tendida en la cama exhausta, muerta, me recordé de la obra “Romeo y Julieta “de William Shakespeare.
“esposa mía, amor mío, la muerte que ajó el néctar de tus labios, no ha podido vencer del todo tu hermosura. Todavía irradia en tus ojos y en tu semblante, donde aun no ha podido desplegar la muerte su odiosa bandera. ¿Por que estas tan hermosa? ¿Será que el descarnado monstruo de la muerte te ofrece sus amores y te quiere como su dama? Para impedirlo, dormiré contigo en esta sombría gruta de la noche, en compañía de esos gusanos, que son tus únicas doncellas. Este será mi eterno reposo. Aquí descansara mi cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros. Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis abrazos, el último deseo de mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con la muerte. Ven, áspero y vencedor piloto: mi nave, harta de combatir con las olas, quiere quebrantarse en los peñascos. ¡Brindo por mi amada! ¡Oh, cuan portentosos son los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso..., muero.”

Después de haber recitado los versos de Shakespeare, cuelgo el teléfono y apago la luz. No quiero ver otra vez como las lágrimas recorren mi cuerpo.


lunes, noviembre 21, 2005

El olvido


El amor y el olvido mantienen una relación simbiótica. Es imposible invertir en uno sin hacerlo en el otro. Mientas tratas de olvidar te das cuenta que mas amas, mas recuerdas.

Mientras olvidas el amor esta latente, al asecho, expectante de que en algún momento, en algún instante dejes de olvidar y vuelva vagamente un recuerdo. Es en ese intervalo de tiempo, donde el amor como un puñal certero se clava en el cuerpo y vuelves al lugar de partida.

En un momento de mi vida me propuse, sin mi consentimiento olvidar a Malva Marina, no de ella, sino de lo que sentía por ella. Era la única forma y el único medio que encontré para liberarla de mi condena, de la distancia, pensé que si lograba concentrarme en ser solo amigos ella dejaría de sentirse tan sola, dejaría de llorar por mi ausencia. Pero me di cuenta que es imposible, que no se puede olvidar, porque mientas trataba de hacerlo con mas fuerza volvía a amarla.

Neruda en su poema XX escribió
“Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.”

Particularmente creo que no se puede olvidar mientras amas.

No se si para ustedes el olvido ha sido un proceso fácil, lo que es para mi, resulto imposible y tampoco lo quiero intentar nuevamente, simplemente no puedo luchar contra la corriente y tampoco orinar contra el viento.

Ahora mi pregunta es:

¿Realmente tú has logrado olvidar?

Este es el único registro que queda del día que trate de olvidarla. De vez en cuando lo leo y solo lo mantengo, para recordarme que un día cobardemente me propuse olvidarla.


De amor y de olvido

Ame la pequeñez de tus ojos sueñozos, su revolotear de mariposa en la danza del polen.
La extensión de tus brazos, como cascadas caen furiosas
buscando la tímida palidez de mis manos.


Ame tus pómulos escarpados, la frescura embriaguez de tu abdomen.
Tu voz de coqui enamorado, la simetría de tus pechos petrificados,
tus piernas longitudinales de maleza brava.

Ame la gracia con que aprecias la vida a través de los cristales carnosos,
parpados multicolores de flores secas.
Me sedujo la luz de tus faroles, tu vuelo eterno de gota de lluvia.

De tanto amar ahora me resta el olvido. Soledad de leona hambrienta,
carcome como termita los recuerdos tatuados en la madera.
El olvido tiene tu aroma, el sabor dulce de tus huesos.

De amor y de olvido, soledad embriagadora de faros,
Extraño tus pies descalzos, la desnudes gravital de tu ombligo.
Te desvaneciste como masa de ola en el horizonte,
nadando entre peces voladores y cometas de agua.

Llegaste a mí cabalgando estrellas, esparcidas como trigo en las praderas.
Esta soledad es de demencia de amapola,
aun recorre por mi casa tu risa de niña traviesa.

De tanto amar ahora te olvido. Desierto florido de lluvias secas.
Te extraño más que un día de sol cuando ya no es primavera.
Una vida necesito para entender tu ausencia,
y una eternidad para borrar tus huellas en mi cama.

lunes, noviembre 14, 2005

Malva Marina


No crean que sea egocentrismo dedicar tantas líneas a mi historia. Solo es una pequeña reseña de mi vida. De mis cuentos.


Este domingo en la mañana desperté temprano. Me sentía extraño, con la sensación de ser otra persona. Sabia que no era el mismo que se había acostado unas horas antes.

Sentía la imperiosa necesidad de reconciliarme conmigo mismo, de entenderme y de alguna manera obtener respuestas.

No hallé nada mejor que ir a la playa. Allí podía anhelar a la tranquilidad que tanto me hacia falta.

Sentado en la arena, sintiendo al mar como ruge en su batallar de olas. Necesitaba saber porque había llegado tan lejos haciendo tantas cosas extrañas, saber que estoy a solo un año de terminar mi carrera de ingeniería civil industrial. Siendo que la ingeniería es algo que nunca me ha gustado. Necesitaba saber porque estaba sentado un domingo en la madrugada solo y en una playa desolada, lejos de mi casa. Pensé que entre ola y ola vendrían las respuestas. La horizontalidad del mar me hizo acordarme de Malva, cuando hablo de Malva Marina no puedo dejar de pensar en la poesía, era como un viaje retrospectivo hacia unos años.

Recuerdo muy bien el día que descubrí la metáfora, estaba embelesado, si era como haber descubierto una barita mágica. Con ella construí un telescopio para observar la vida, en una simple hoja de papel podía navegar sobre océanos lingüísticos y construir sueños. La metáfora me dio la libertad. Con ella no tenia prohibiciones, derrochaba un arsenal de tinta sobre unas simples hojas blancas.

Descubrí que la metáfora tiene la particularidad de transformar palabras en poesía, solo basta saber moldearlas. Estudie poetas, me introduje en el mundo de las artes literarias. Descubrí a Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, Vicente Huidobro, Reinaldo Arenas y muchos otros. Un día mi padre me trajo de regalo unos libros de poesía. Recién estaba asomándome por los 12 años de edad. Para mi gran sorpresa eran de tres poetas antofagastinos, estaba asombrado, ahora sabia que acá en esta misma ciudad compartía con verdaderos poetas. De Irene Galiachi aprendí la nobleza de la pluma, la sutileza en su trazo poético, Héctor Cordero me enseño el don de la lingüística, el uso simple de las palabras y Andrés Sabella, el me abrió la visión, con cada poema que repasaba de sus textos descubría que la poesía estaba en los objetos mas simples, que los versos nos rodean, son volátiles.

A los 12 años comencé a escribir. Me hice poeta aficionado y clandestino con un cuaderno verde. Escribía versos en las paredes de los baños del colegio. Al paso del tiempo sigo en lo mismo, bueno ahora ya no lo hago en ese cuaderno de cubierta verde y hojas amarillentas, ahora escribo uno que otro verso en mi computador personal, pero sigo con las misma inquietud de los 12 años, las mismas ganas de recitar mis aficionados versos. Malva un día me comento. Algo que no me había percatado, dijo con su acento caribeño, “Señorito, usted escribe con hambre” esa frase me dejo petrificado, ella estaba en lo cierto y reconozco que muchas veces me “como” una que otra coma, me olvido de las reglas de puntuación y la conjugación de los verbos. Me sentía tan afligido y avergonzado por su veraz critica, que ella se percato y nuevamente me susurro al oído con su voz caribeña “No importa amor, para eso estoy yo su maestra de escuela”. Ese fue uno de tantos pactos que tenemos y desde ese día cada escrito pasa por sus manos. Ella con una pericia de maestra experta corrige cada párrafo, cada verso. Muchas veces su mano se torna inquisidora y me reduce a la mitad mis más extrañas oraciones.

La poesía no se presento al azar en mi vida, fue una alternativa, es mi cable a tierra, es la realidad que tengo ante tanta mentira.

La poesía la tome y en parte me adueñe de ella. Ya no era del poeta, la poesía cuando se escribe es de quien la necesita.

Malva Marina, apareció un día en mi vida, yo estaba sentado en la arena y la veo sobrevolando un mar sin olas.

Te descubrí navegando en la profundidad de tus ojos jacintos,
venias montada en un celaje de rocío
sonriendo las más bellas flores.

Te descubrí en el otoño de boques caducifolios.
Entre raulí y coihues.
Te descubrí con tus cabelleras de largas ramas secas,
mientras que de tu boca se lucen esplendorosos
como enredaderas dos obsequiosos copihues de mi tierra.

Te descubrí siendo viento, brincando de copa en copa.
Te descubrí enamorándome,
como se enamora el zorzal en primavera.

Cuando la vi acercarse me daba la impresión que su silueta era etérea. Nunca había visto una mujer con su gracia, esa elegancia y con dos ojos tan profundos. Sobrevolaba mi cabeza como un picaflor de la puna. Rauda y frágil con sus dos alitas de niña huérfana. Cuando de su boca salio su voz armoniosa de hojas secas y me dijo que se llama Malva Marina, yo solo repetí su nombre como si fuera el eco entre las olas. Repetí ¡Malva Marina!, en eso el mar se agita y como una orquesta retumbas las olas, Malva decían cuando golpeaban las rocas, Malva es su nombre. Yo estando en la arena mareado de ver las algas revueltas volando con las gaviotas.

Desde ese momento supe que me había enamorado, se el momento exacto en que enamore. Aunque muchos me digan que el enamorarse es un proceso. Yo te aseguro que desde el momento que oí su voz descubrí que era la mujer que iba a compartir mi vida. Aun sabiendo que ella iba a volver por el mismo mar que la trajo a esta tierra. Venia varando de costa en costa buscándome. Porque ya me había conocido en sus sueños.

Malva Marina se fue entre las olas. Volvió a su tierra. A su pedacito de caribe rodeado de mar. Allí me espera, allí me llora en silencio, me busca entre las sabanas cuando se siente sola en el alba.

Esta mañana calida de domingo sentado acá en esta playa mirando al mar, sabiendo que más allá del horizonte tengo a mi morena que me espera en casa.

Ya ha pasado tanto tiempo y aun así no he dejado de amarla. Duele tanto llevar una relación a la distancia. Es difícil. Hay que ser valiente y decidido, acostumbrarse a caminar solo por la playa, salir de noche y buscar su cara entre tanta gente extraña. Si me preguntan cuanto es lo que se puede soportar amando a la distancia. No tengo una respuesta. Solo se que este amor que siento es como un hijo. Desde hoy me siento como un padre soltero. Lo cuidare, estaré al pendiente de el, lo alimentare de sueños y le contare historias. Le diré que su madre es una sirena que llego sola hasta mi costa.

Aun sigo acá en esta playa mirando las olas. Me doy cuenta que estoy completamente solo con kilómetros de playas rocosas. Todo este mar es para mí. Así que me aproximo a la orilla y decido entrar al agua. Me baño sin ser todavía la temporada de playa. Me baño en el mar porque se que es probable que ella, ha esta hora de la madrugada me este llorando entre las sabanas.

Este mar es lo que nos separa. Por suerte es navegable.


Emigrare en marzo junto a una bandada de cometas,
cruzare el pacifico con mil aves migratorias.
Tu nombre lo gritan impacientes las gaviotas
y en las noches lo silban las enamoradas noctilucas.

Mi morena de ojos grandes,
boca de jazmín, labios de rosas.
Por ti cruzo el pacifico y corro sobre la cordillera.
Morena de chocolate, piel de canela.
Tu aroma lo trae el viento que me guía a mí
y a una constelación de aves migratorias.

Cruzare América hasta encontrar tu boca
recorreré tus calles,
te buscare entre carnavales y festivales,
entre batatas y mofongos.
Hasta encontrar la suave brisa que emana de tu boca.

Hoy desperté con ganas de tenerte, sin haberte visto,
de gritar en el silencio, de buscarte por las calles
para no sentirte tan lejana.
Cada vez que leo tus líneas
esas que están escritas con tu aroma,
descubro que en cada verso te pertenezco,
en cada verso que escribo te hago mía.

Mi morena de ojos grandes, piel de canela,
por ti navego el pacifico y cruzo hasta el atlántico.
Por ti florecen las rosas, los nardos y los tulipanes.
Por ti el cielo es azuloso, profundo y constelado.
Por ti el crepúsculo con su manto infinito cubre esta América.
Por ti el ser libre tiene sentido.
Por ti las noches en que estoy solo se convierten eternas.
Por ti emigro de mi tierra hasta descansar junto a tu boca.



viernes, noviembre 11, 2005

Este Silencio


El silencio muchas veces es necesario, pero también tiene un sabor agrio. Muchas veces cuando no se tiene nada claro que decir, el silencio es la mejor opción. Pero cuando es necesario escuchar, cuando se necesita oír a alguien, tan solo una palabra. El silencio se torna una tortura.
El silencio es el hermano gemelo de la soledad, es la profundidad del vació. La herramienta mas acertada de la indiferencia, pero también es el anticipo a una larga agonía de no saber porque me dejaste de hablar.
Este silencio es una muerte anunciada…

Este silencio

Este silencio de grillos mudos sobrepasa mis fuerzas,
como me sobrepasa el gris del invierno.
No se que hacer sin ver tus ojos azarosos,
sin la frescura de los nardos que florecen
Incólumes en tus pechos bravos de ave silvestre.

Solo tres cosas me quedan por decir
antes que enciendan las farolas;

Morena amada mía:
No dejes que el silencio calle los grillos en mi puerta.

Morena amada mía:
No puedo vivir sin tu voz armoniosa de hojas secas.

Morena amada mía:
No permitas que el silencio me prive de tus labios galanos.

martes, noviembre 08, 2005

La palabra es poesía

La palabra a veces camina sola, muchas otras veces camina desnuda. Pero la palabra cuando la vestimos con nuestras ropas puede llegar a ser tosca, hiriente y hasta vulgar.
Las palabras cuando son mal empleadas cortan como cuchillos, son letales y hasta pueden causar la muerte.
Un día la vi en las calles, en la micro, compuesta de incontables formas, delirando como un pájaro en llamas. Muchas veces escasa y en ocasiones abundante. Pero la palabra quiere ser libre, no basarse en reglas. Necesita expresamente ser fluida, independiente, que tenga alas y también pueda nadar por océanos de hojas blancas.



La palabra, la palabra
la encuentro en cada esquina.
La veo en los parques y en las ferias.
La palabra se busca, se junta,
Se mezcla y se fusiona con versos y rimas.

Por las calles la veo, corre como una niña,
emana de los muros, vuela con el viento
recorre los atardeceres,
juega con el eco de las olas.

La palabra te busca, te necesita
quiere ser parte de ti
moldearse a tu forma
reconstruirse y estructurarse con tu vida.
Pero, la palabra no viene sola,
la acompañan sonetos, versos y rimas.

La palabra se mezcla,
cada pieza encaja como mecano,
de a poco va tomando forma.
Sola se moldea y se siente bella.
Ya es importante, porque logro tener vida.

Felizmente la palabra, la palabra,
te encuentra, te transforma
te viste con versos, te baña en rimas,
la palabra, cuando te encuentra,
ya no es solo palabra..... es poesía

domingo, noviembre 06, 2005

A ninguna parte


Nota: te has percatado que siempre encuentras ha una persona en la vida, que con un simple detalle te rescata de toda la miseria que nos rodea…

Cuando subí al autobús el olor a transpiración lo sentí como una bofetada. El aire estaba espeso, los vidrios estaban empañados por el vapor que expele el cuerpo. Me dio la impresión que la suciedad de los pasamanos subía por mis brazos, el mal olor, la tierra, los olores más nauseabundos del cuerpo humano los iba absorbiendo mi cuerpo como si fuera una esponja. Cada vez iba subiendo más gente al punto de quedar tan apretados que los pocos espacios vacíos se iban haciendo cada vez más escasos. Los pasajeros tenían muy claro cual era su labor dentro de ella, como si al momento de cancelar su tarifa les entregaban los repartos. Si parecíamos terneros camino al matadero, sin tener al menos la posibilidad de algún derecho a replica, algún reclamo.
Yo estaba de pie en el pasillo, frente a mi estaba sentado tosiendo un anciano, lo observo y pienso porque el tiempo es mortal con el cuerpo. No tranza cada surco en la piel, es como un vestigio de una ardua batalla entre la vida y la muerte. Es injusta e implacable, los recueros se van y con ellos lo siguen la virilidad, el pelo y los dientes. Atrás quedaron las ganas de empezar de cero, de dejar tirado lo que no te gusta y comenzar todo de nuevo. Al final del autobús estaba sentado un hombre con un aspecto desaliñado, con un desinterés a la vida, completamente derrotado. El único escape a su miseria era el masturbarse en el último asiento en presencia de todos. Creo que lo que más lo excita de todo esto era ver tu cara de espanto. Tú estabas a dos asientos de él, al percatarte te levantas con tanta rapidez. Al verte rió, rió de tu cara, de tu espanto, del asco que sientes al verlo ahí tan solo unos metros como un animal que no razona, que no piensa, no siente. Masturbándose, sintiendo tanto placer que hasta yo me espanto.
Me impresiona tu elasticidad Malva, la forma como logras escabullirte entre las personas, como el agua lo hace entre mis manos. Me sobresalta tu flexibilidad, verte ahí moverte me recuerda a una bailarina que con un sutil movimiento se apodera de los espacios. Deja que el aire, el vació que muchas veces esta habitado la tome entre sus brazos y logre la magia de verla volar en el escenario.
Me sorprende el color de tu piel, como si fueras una muñeca de chocolate, lamentablemente en las facciones de su cara todavía esta dibujado el horror. Por tus facciones me imagine que debías tener unos 21 años. Me maravillan tus grandes ojos color marrón. Trato de retener fotográficamente en mi mente tu rostro. ¿Para que?, no sé. Sin saber que algún día nos encontraríamos ¡por coincidencia no!, pero si por obra del destino.
El conductor me apenaba. Verlo ahí sentado como un verdugo, sin querer serlo, porque el también es un cordero camino al matadero. Tantas veces al día recorriendo las mismas calles. El único escenario que cambia es adentro, el de los pasajeros, pero eso ya no le importa, para el todos somos iguales, siempre los mismos, siempre los mismos.
En cada paradero se detiene el autobús, me sorprende que ya nadie baje en la parada, al contrario son muchos los que suben, los pocos espacios vacíos ya están todos saturados del olor, la miseria, de personas y del asco.
Ya no puedo evitar que me rocen, que mi cuerpo este en contacto con muchos otros cuerpos que también les puede producir náuseas al estar en contacto con el mío.
Este autobús avanza, pero siempre al mismo destino. Siempre vamos avanzando ¿A donde? No se, a clases, al trabajo que cada día odiamos mas, en el cual damos tanto por tan poco, donde el costo humano para obtener lo que merecemos es mas alto del que nos pueden cancelar.
Me percato que te bajas en la próxima parada. Ya no te aterra lo sucedido, te vez esplendorosa. Estas alegre porque por al fin llegaste a tu destino. Usas la misma destreza que utilizaste para escabullirte, ahora lo haces para llegar a la puerta trasera. La delicadeza de tus movimientos es como un pañuelo de seda en el cuello de una dama, con una elegancia para salir al paso de una situación desagradable. Tocas el timbre y esperas junto a la puerta que la máquina se detenga. Al bajarte lo haces con un brinco y una alegría, los mismos movimientos que hace un pájaro para embellecer sus plumas en el agua.
En el momento que te bajas Malva sube un grupo de personas. Entre ellas también sube una mujer esplendorosa de edad ya madura de unos 40 años creo que tenia. Cuando la vi subir al autobús no pude ver bien su cara, pero si logre ver su cuerpo, estaba vestida con una falda ajustada y una blusa que generosamente se moldeaba a sus senos, que no dejaba nada a la imaginación. Cada vez se iba acercando mas a mí hasta el punto de sentir su perfume, lo reconocí en el aire, su fragancia me bañaba, era un 212 de Carolina Herrera. Ella rozo con sus glúteos los míos y un escalofrió me recorrió el cuerpo. Me trasmitió su calor, ya no sentía asco. Su roce me excitaba tanto que cada vez apegaba más mi cuerpo al de ella. Sentí vergüenza había caído en el mismo juego del hombre que se masturbaba. Pero eso no me importaba porque su olor a hembra me atrapaba. Llegamos al extremo de rozar por completo nuestros cuerpos. Por suerte nadie se daba cuenta de lo sucedido porque todos empujaban, todo esto era para mi muy extraño nunca había tenido sexo con una mujer sin tocarla, sin conocerla, sin penetrarla. Ahora era ella la que buscaba el calor de mi cuerpo. La forma en como arqueo su columna fue el anuncio de un orgasmo. Después de ese espectáculo me sentí vació, como muchas veces se siente después de un orgasmo pobre, sin sentido, esa sensación de soledad, de entender que era una persona solitaria, de buscar las caricias en una desconocida, engañarme a mi mismo y creer que había hecho el amor con la mujer que mas amaba. Trate de girar para ver su cuerpo, pero las personas que estaban a mi lado me lo impedían, necesitaba decirle en su oído gracias por mostrarme lo miserable que era, lo falto de cariño que estaba.
Por suerte llegaba a mi destino, mañana será todo distinto aunque es muy probable que me embarque en esta mismo autobús, con la misma gente. Correré al final a sentarme en el ultimo asiento, aunque se que va a estar el hombre que se masturba, no me importa porque también estarás tú a mi lado.
Tan solo un sueño


Hoy decidí abrir las ventanas para dejar que la noche inunde de su oscuridad mi dormitorio. Alarmado abrí los ojos, el vapor en mi oído resonó como un despertador, esa sensación de humedad que recorría hasta mi tímpano me producía un escalofrió en todo el cuerpo. Al observar el dormitorio me percate que no era el mío la cama en donde estaba recostado no me pertenecía, pero no me era ajena. Todo era extraño, pero no me era ajeno.
Así que trate de calmarme observe con atención cada rincón, hasta que te descubrí a mi lado Malva Marina. Ahí estabas tu recostada como una niña. No entendía nada solo te observaba recostada, tan inocente te veías. Tu respiración era profunda. Creo que el vapor de tu boca fue lo que me transporto hasta tu dormitorio. Al tenerte recostada a mi lado aproveche de observarte detenidamente, tu boca ¡qué boca! tan perfecta ella, con esos labios que ya había soñado antes, tu cabello se esparcía por sobre las sabanas, me daba la impresión de que estabas levitando. Tus cejas delineadas son el preámbulo de una intensa mirada.
Todo lo que esta en tu dormitorio encaja tan bien, como si todo hubiese estado desde el momento que naciste. Todo era parte de ti, cada objeto es como una extensión de tu cuerpo. Tu aroma se impregno en mi, como si cada poro de mi cuerpo estaba almacenando un poco de tu fragancia.
Después de haber contemplado tu sueño me atreví a despertarte. Para mi gran sorpresa cuando te tome la mano tú abres los ojos y me sonríes ¿Estabas despierta Malva Marina? ¿Siempre lo estuviste? Sin responder a mi pregunta, tan solo ríes. Así como yo tengo una necesidad de observarte tú también tienes una, y es de sentirte observada.
Sin decir una palabra me tomas de la mano y salimos de tu dormitorio, en silencio como dos autores de un robo, recorrimos los techos de las casas que para mi fortuna están pareadas, sin hacer el menor ruido nos perdimos como dos gatos por los techos. En la calle la noche se veía tan distinta, no se sentía el aullido de los perros, ni el caminar del viento, pero sí el sonido de una respiración en mis oídos tan intenso que recorría hasta mi tímpano.
En plena calle encontramos una puerta que nos pareció tan extraño, ¿Por que una puerta en medio de la noche y en mitad de la calle? Sin dudarlo te tomo de la mano y entramos, adentro había un cuarto y otra puerta y cada puerta que cruzábamos había un cuarto distinto. Cada cuarto era un peldaño de una interminable escalera. En cada habitación una escena de nuestras vidas como si fuera un gran álbum de fotos, vimos nuestra infancia, familias, felicidades y tristezas. Cada puerta que cerrábamos dejábamos atrás los recuerdos. Una vez recorrida casi todas las puertas faltaba la última, me inquietaba saber que se encontraba atrás, así que la abrí y no había nada ni una historia ni más cuartos. Esa habitación era nuestra y ahora teníamos que llenarla, como si la vida nos diera una oportunidad de dejar atrás todo lo que nos inquieta.
Recuerdo que te miro a los ojos y tú estabas llena de ilusiones como yo, el cuarto era enorme. Nos sentamos en el borde de la puerta y descubrimos que estábamos suspendidos como a mil metros de altura. Vimos la ciudad tan grande, con casas muy pequeñas me dio ganas de tomar una casa y ponerla en el puerto, tomar un barco y ponerlo en un cerro. Cambiar la perfección de las calles tan bien alineadas que se ven desde el cielo. Se me ocurrió una locura y me lance al vacío sin miedo de caer al suelo, tras de mi venias tú como un ave en picada siguiendo mi vuelo. Volamos por la noche de esta ciudad hasta que llegamos a un cerro muy cerca de la costa, nos posamos como dos aves en la cima a observar como amanecía. Te miro a los ojos y me doy cuenta de cuanto te quiero, observo tus labios como pidiendo autorización para un beso una vez tenida tú aprobación suavemente los beso. Tú sabor penetra en mi boca y recorre el interior de mi cuerpo, me inundo de ti por dentro. Te vuelvo a mirar y veo la complicidad de tus ojos y la aprobación con una sonrisa. - Tengo miedo - te digo y tú cierras mi boca con otro beso. Al momento de abrir mis ojos tú ibas volando hacia el último cuarto y te perdiste por las mismas puertas que antes habíamos recorrido.
Desperté con la sensación de haberte perdido, pero aun seguía sintiendo tu respiración en mis oídos. Me doy vuelta y veo que estas acostada a mi lado y en mi habitación, aun no entiendo nada tan solo rió, rió porque todo había sido un sueño así que decidí observarte mientras dormías, muy suavemente te beso los labios y tu abres los ojos, nuevamente no estabas dormidas y ahora tu ríes y me abrazas fuerte. Te retengo con miedo a perderte nuevamente. Siento el roce de tu cuerpo con el mío como pidiendo que lo recorra con mis manos.
La mañana siguiente despierto en mi cuarto te busco y no te encuentro a mi lado, recorro las sabanas y los rincones de mi dormitorio, cuando no te encuentro me percato que todo fue un sueño. Soñé que estaba contigo. Pero esa mañana me levante feliz, Malva Marina porque aun tenía en mis labios el sabor dulce de tus besos.